La situación estratégica de la isla en medio del Mediterráneo occidental, ha provocado que Menorca fuera objeto de invasiones piratas, además de ser ambicionada por diferentes potencias europeas que veían en Menorca un punto clave para el control del Mediterráneo.
Ya desde época medieval, al poco de conquistada la isla por Alfonso III de Aragón a los musulmanes, se construyen torres por los propietarios rurales que las utilizan como refugio de la población ante los ataques piratas. Las torres medievales mejor conservadas son la Torre d'en Quart, Torre Saura, S'Argoçam y Binifadet.
La situación militar en el Mediterráneo del siglo XVI fue la de constantes conflictos entre el imperio español y el otomano. Además de las batallas entre los ejércitos, se generalizó la táctica de razzias; es decir, atacar por sorpresa puntos de la costa del enemigo para hacerle el máximo perjuicio posible. La solución al peligro constante fue la construcción de una red de atalayas y de torres de aviso marítimo. Para avisar de la presencia del enemigo, encendían fuego durante el anochecer y hacían humo de día. La atalaya mejor conservada es la de Torret.
El punto de inicio de las construcciones defensivas en Menorca en época moderna son los ataques de Barba-rossa en Mahón (1535) y el de Mustafà Pialí en Ciudadela (1558), que provocaron que Felipe II tomara la decisión de construir el fuerte de San Felipe, el refuerzo de las antiguas murallas medievales de Ciudadela y Mahón con bastiones para albergar la artillería y la torre de defensa de San Nicolás.
En el siglo XVIII Menorca se verá involucrada en los acontecimientos históricos en el Mediterráneo y en el reparto de poder y territorios entre las potencias europeas. Como consecuencia de la Guerra de Sucesión al trono de España, pasa a manos inglesas (1713, tratado de Utrecht). Durante casi cien años la isla fue inglesa, con algunos cortos periodos de dominio francés y español. Se desarrollará toda una actividad edilicia basada en la construcción de torres de defensa a la costa, tres españolas y once inglesas, para impedir el desembarco de las tropas enemigas, y grandes construcciones militares, como la reforma y ampliación del castillo de San Felipe y el fuerte Marlborough.
Finalmente, en 1802, Menorca pasa definitivamente a la Corona española (Paz de Amiens). Carlos III hizo estallar los castillos de Menorca y como consecuencia, Menorca quedó sin ninguna fortificación e Isabel II construyó la fortaleza de La Mola.