Escoger Menorca como destino vacacional significa apostar por un destino cercano y cómodo. También es valorar la seguridad ciudadana que ofrece, con una policía turística especializada, y apreciar los valores naturales, con una naturaleza preservada y unos enclaves urbanos cuidados y mimados.
Menorca es preciosa. Suave, virgen, humana y luminosa. La UNESCO se dio cuenta en 1993 y la declaró Reserva de la Biosfera.
Así, este pedazo de tierra mediterránea de 702 km2, ha visto reconocido el trabajo de quienes la han habitado desde hace miles de años. El trabajo de proteger su esencia, su ritmo pausado y su paisaje. Un trabajo que -hay que decirlo- han hecho sin esfuerzo, pues, cuando se ama algo, no cuesta trabajo cuidarlo, y los menorquines aman su tierra. Aman sus barrancos, sus playas y acantilados, sus bosques, su campo. Aman sus tradiciones, sus fiestas, su cultura, el sabor de su cocina. Aman el mar por el que llegaron todas las civilizaciones que la han habitado a lo largo de la historia.
Menorca te ofrece ahora la oportunidad de conocerla. De sentirla. De quererla. Y después, de extrañarla.